"Señor, ¿quién soy yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente sanará", Mateo 8, 8. Estas fueron las palabras del centurión al escuchar que Jesús accedió a sanar a su sirviente. Se mostró conmovido ante la presencia de Cristo y se reconoció pecador y se humilló ante su presencia con estas palabras.
Son estas mismas palabras las que utilizamos hoy justo en la parte final del Rito de Comunión dentro del Misal Romano cuando celebramos la Santa Misa. Es aquí donde reconocemos la grandeza de Jesucristo Eucaristía antes de recibirlo Sacramentalmente. Pero el centurión no solo reconoció la grandeza de Jesucristo, sino que también nos da un ejemplo grande de lo que es la Fe.
Ahora les pregunto, ¿han sido ustedes centuriones en su vida diaria? ¿Han intercedido ante Cristo por algún familiar o amigo que está pasando alguna necesidad? ¿Verdaderamente le pedimos a Cristo con Fe? Esto son preguntas que nos debemos de hacer constantemente en nuestro diario vivir y solo así vemos si contamos con Cristo en nuestras vidas.
Ese ejemplo de Fe que nos da el centurión, una figura de autoridad militar de aquella época, es para que nosotros también lo pongamos en práctica cuando oramos por un familiar o amigo con necesidad y se lo pedimos a Jesucristo con Fe. Vemos al final como el centurión fue un intercesor de Cristo ante su sirviente que estaba enfermo y como, gracias a la Fe que demostró, su sirviente fue sanado.
Hermanos, la oración antes mencionada dentro del Rito de Comunión es también parte de la universalidad de la Iglesia. Cristo continúa su misión en esta Tierra y se hace presente en la Eucaristía y antes de recibirlo reconocemos su grandeza. Pero de la misma forma continúa su misión a través de la Sucesión Apostólica, que empezó con Pedro y hoy continúa con el Papa Benedicto XVI.
Pero Cristo también se manifiesta en cada uno de nosotros cuando lo seguimos y lo aceptamos como centro de nuestras vidas. Si seguimos lo que él nos enseñó, seremos imágenes de Cristo en medio del Mundo y podemos interceder ante él por el Mundo cuando pedimos con Fe. Que Dios les bendiga...
Te imaginas...
ReplyDeleteSu frase se ha repetido en la misa por dos milenios...
No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Porque lo dijo con tanta Fe que jamás se imagino que iba a ser una de las personas más citadas de la Historia, mucho más que hombres y mujeres ilustres en el Mundo.
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