Tuesday, May 29, 2012
Desprendimiento de lo Material
Comenzamos nuevamente con el Tiempo Ordinario, donde estaremos meditando los que haceres de Jesús en el día a día durante su vida pública. Hoy, martes de la Octava Semana vemos un pequeño pasaje del Evangelio de Marcos que nos hace reflexionar sobreel desprendimiento.
Pedro, impulsivo al fin, le dijo a Jesús que ellos lo habían dejado todo para seguirlo a él. Fue ahí cuando Jesús les dijo lo siguiente: "En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa", Marcos 10, 29.
De primera impresión nos podemos imaginar que el hecho de "dejarlo todo" quiere decir quedarnos sin nada. Podemos decir que "tengo que pagar una casa", "tengo que trabajar para comer", "tengo que tener algo para sotenerme", "como es posible quedarme sin nada cuando hay necesidades", entre muchas otras.
La invitación que Cristo nos hace en este pasaje es a enfocarnos más en las personas que en las cosas materiales. Dios quizo para todos nosotros un proyecto humano. Fue por eso que se manifestó en la persona de Cristo, hecho hombre pero a la misma vez Dios. Aquel que comió y bebió cuando tuvo hambre y sed y aquel que sufrió su Pasión y Muerte.
Por otro lado, todos los bienes que poseemos se los debemos a Dios y es a él al que le pertenecen. Tus hijos, tu esposo/a, tu casa, tu trabajo, tus amistades, entre muchas otras cosas, han sido fruto de los dones y bendiciones que Dios te ha dado. Es por eso la importancia de utilizarlos para el servicio y el bien de los demás y dejar de ser egoista.
Es de ahí que viene el desprendimiento y el compartir con los demás lo que posees. Si eres una persona de mucho dinero, pues compartir con el más necesitado tus bienes y utilizar los recursos para el beneficio del prójimo. Si eres pobre, pues de lo poquito que tienes, dar algo para aquel que lo necesita. Si no puedes, pues utilizas tus talentos para ayudar al otro.
Es por eso que vemos que el que se desprende de su egoismo recibe su recompensa. Esta recompensa no es monetaria ni material, es el regalo más grande al que debemos aspirar, que es el cielo, la vida eterna, porque lo que hacemos en vida hace eco en la eternidad. Que Dios les bendiga...
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