Wednesday, May 16, 2012

Predicación de San Pablo en Atenas


Entrando hoy al miercoles de la Sexta Semana de Pascua meditamos en el Libro de los Hechos de los Apóstoles la predicación de Pablo en Atenas.  En este caso vemos que no son los judíos, son los griegos.

Si a los judíos les escandalizaba el que Pablo dijera que Jesús es el Hijo de Dios y que había resucitado, imaginense a los griegos que creen en el dios Zeus, la diosa Afrodita, el dios Hades, etc...  Como dirían en la calle, "sucio difícil" para Pablo.  Pero el perseverante al fin, emprendió camino a predicar en Atenas.

Pablo observó todos los altares que le elevan a los dioses y las estatuas donde ellos los adoran en los templos donde se les ofrecen ofrendas a los dioses.  Inclusive hasta se percató que hasta tenían el altar del "dios desconocido" y aprovechó y les presentó al que no conocen.  "En efecto, mientras me paseaba mirando los monumentos sagrados que ustedes tienen, encontré entre otras cosas un altar con esta inscripción: "Al dios desconocido". Ahora, yo vengo a anunciarles eso que ustedes adoran sin conocer", Hechos 17, 23.

Dentro de a predicación les habló que Dios vino a servir, no ha ser servido como en el caso de los dioses griegos, que no habita en templos construidos por el hombre, sino en el corazón de cada uno de nosotros.  Les mencionó que Dios gobierna al Mundo con justicia, que si está en nuestro corazón no es equivalente al oro ni el bronce, además de que se manifestó en la persona de Cristo y que resucitó entre los muertos y nos da la vida eterna.

Era evidente que esas palabras iban a escandalizar a los griegos, ya que no conocían nada de lo que Pablo les estaba hablando.  Fue por eso que hubo de todo.  "Al oír las palabras "resurrección de los muertos", unos se burlaban y otros decían: "Otro día te oiremos hablar sobre esto", Hechos 17, 32.  Pero aún así hubo algunos que se arrepintieron y siguieron a Pablo.  Entre ellos, Dionisio el Areopaita y una mujer llamada Dámaris.

Al igual que Pablo recibió burlas, hoy día el buen cristiano recibe burlas similares al manifestar la presencia de Cristo entre nosotros.  ¿A cuántos le decimos ridículo por llevar una biblia?  ¿Cuántos se escandalizan al tú decirles que Cristo está presente en la Eucaristía?  ¿Cuántos se burlan de ti por ir a misa diaria o por no querer tener sexo hsta el matrimonio?

Seamos instrumento de Cristo en medio del Mundo, tal y como San Pablo, alimentado por el Espíritu Santo, lo fue para las primeras Comunidades Cristianas.  Que Dios les bendiga...

 

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