Hoy celebro mis 20 años de haber recibido mi Primera Comunión en la Parroquia Sagrado Corazón de University Gardens en Río Piedras. Es un sacramento tan importante para mi que lo tengo que recibir todos los días. Pero, ¿por qué?
"El Señor habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor. Para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su retorno, "constituyendoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento", cita así el inciso 1337 del Catesismo de la Iglesia Católica.
Siendo así, nuestra Iglesia lleva 2012 años conmemorando ese sacrificio sobre el pecado y sobre la muerte, que nos alimenta, que nos purifica, que nos une y que nos da vida eterna. Ser cristiano no es fácil y definitivamente es la Eucaristía es lo que nos mantiene cerca del Padre, ya que se hace presente en ese pequeño pedazo de pan, sin levadura y sin sabor y que nosotros lo comemos como alimento espiritual.
Según el Catesismo de la Iglesia Católica, son múltiples los frutos que nos llevamos cuando consumimos la Sagrada Comunión Entre ellas se encuentra nuestra unión con Cristo, renueva la gracia del Bautismo, nos separa del pecado, nos preserva de futuros pecados mortales y la unidad con los cristianos como una sola Iglesia.
Por otro lado, como antes mencionado, instituyó el Sacerdocio Ministerial para así hacer a Cristo presente entre el pueblo. En otras palabras el sacerdote es "in personam Christi", es Cristo en medio de nosotros. Sin sacerdotes no hay Eucaristía, ya que son ellos los que Cristo llamó a ser los "pescadores de hombres", tal como llamó a los apóstoles a dejarlo todo y seguirle.
Es por eso que mañana es un buen día para que oremos mucho por nuestros sacerdotes y darle gracias a Dios por todos ellos. Aquel sacerdote que por alguna razón te haya calumniado, faltado el respeto, cometido algún error contigo, entre otras, presentalo ante Jesucristo Eucaristía, pide por él y por sus intenciones. A fin de cuentas, ese sacerdote está ahí por voluntad de Dios.
"Hagan esto en memoria mía", 1 Corintios 11, 24.
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